viernes, 21 de junio de 2013

Revelación


De repente detuvo el rápido andar, mientras intentaba calmar sus pensamientos. No sabia el motivo por el cual estaba tan enfadada con el, la única certeza era que debía averiguarlo de algún modo. 
No podía continuar actuando como si nada sucediera. Inhaló una profunda bocanada de aire fresco para obtener una nueva perspectiva pero nada sucedió. 
Gritó de una manera ajena, con una voz demasiado aguda. A lo mejor así lograría eliminar una pequeña parte de la ira. De alguna manera funcionó.
Al menos podría regresar a su casa y mantener una conversación llena de nada, aunque mas no fuera por un par de horas hasta que llegara el momento salvador de apagar la luz y aparentar un cansancio demasiado intenso y así no tener que seguir sosteniendo lo insostenible.

- Me voy a dormir, estoy demasiada cansada - dice mientras le da un beso en la mejilla y acaricia su frente. Por unos segundos mira esos ojos profundos que aún ama y cree que todo pasará. Pero sabe que no será así. Aunque anhela con toda su alma un cambio, una demostración real del amor que él dice sentir.

Frente al espejo del baño mira su rostro, analiza las lineas de expresión que el tiempo va dejando en su rostro, inevitablemente las lagrimas comienzan a correr arrastrando con ellas el maquillaje y algo mas. 
En ese momento y desde lo mas hondo de su alma todo se clarifica de una manera mística,  no siente enojo ni ira.
Aquello por lo que estaba preocupada era dolor y una profunda tristeza. 
No podía continuar así. 
En ese instante supo que es lo que debía hacer, conocía la forma de salir de ese lugar oscuro y triste.

Por primera vez luego de varios meses de insomnio, durmió.
 
A la mañana siguiente cuando él despertó ella ya no estaba, y en la mesa de luz junto a la foto que se tomaron el primer día que confesaron su amor, había una carta:

  Amor:
            Debo ser sincera conmigo y en este tiempo juntos he llegado a darme cuenta que nuestra historia de amor ha llegado a su fin. Con todo el dolor de mi alma te digo adiós. 
No pienses que fue una decisión fácil  porque estas determinaciones nunca lo son.
            Te amo tanto que te dejo en libertad. Me di cuenta que no quieres las mismas cosas que yo, y continuar esta parodia de la pareja perfecta no conduce a ningún lugar.
      Ya demasiado tiempo hemos perdido intentando y esperando que nuestros momentos sincronicen. Lo único que hice este tiempo fue amarte y esperar el momento en que quisieras casarte conmigo, he soñado tantas veces con ese momento que el recuerdo se hizo añejo. Y que decir sobre tener un hijo con vos, lo anhelé demasiado, tanto que me resulta dolorosamente insoportable seguir amándote sabiendo que no quieres lo mismo, o que aún no es el momento para vos. 
           Simplemente me cansé de estar tan triste, por eso tome la decisión de marcharme: quiero y merezco ser feliz, casarme con un hombre que me ame demasiado como para que quiera extender y proyectar nuestro amor en un hijo y que el fruto sea una hermosa familia. 
            Siempre serás el amor de mi vida, pero hoy, finalmente, pienso en mí.